Los guionistas de “JolinWood”, siempre tuvieron muy presente la figura del amigo imaginario, asociado a un personaje tímido que le cuesta entablar amistades y encuentra en su amigo imaginario la “compañía” perfecta. Nunca fue mi caso, pero siempre soñé con tener un amigo imaginario, que cara a mis padres fuera la mezcla del bien y de mal, cuando la cosa se pusiera chunga, fuera la cabeza de turco que me salvara de un castigo romano. Una especie de mano oscura, que teje mi destino, desde su sillón orejero y poder utilizarlo para mis performances como Jorge de Gran Hermano:
¡!!Sé quien me pone la pierna encima!!¡¡Lárgate de mi vida!!, con un detalle final muy importante, rasgarme la camisa cual gitano en boda.
Madurar no es otra cosa, que asumir tus errores y ponerte en ello para solucionarlos. Parece que con ya casi 30, este empezando a hacerlo, os presento a Iñaki, mi amigo imaginario Vasco.
Lo bueno de tener un amigo imaginario Vasco, es que cuando se rompe algo, no hay duda que ha sido el con su pecho palomo y sus manos curtidas por lanzar rocas de 50 kgs. Siempre se lo bebe todo y es medio cleptómano de ilusiones, cada 4 palabras 5 son tacos y se los suele comer en menos que canta un gallo y no engorda el cabrito. Pese que es muy seco en sus respuestas, siempre me escucha todo lo que le digo y está de acuerdo conmigo o ¿es el ceño fruncido?...no sé!
GORA, IÑAKI!!
Chicos, espero no terminar bi…..polar! :P
P.D: Maduremos o tengamos amigos imaginarios, pero no nos volvamos locos! ;)
